domingo, 15 de marzo de 2009

Ítaca




Cuando partas hacia Itaca

pide que tu camino sea largo

y rico en aventuras y conocimiento.

A Lestrigones, Cíclopes

y furioso Poseidón no temas,

en tu camino no los encontrarás

mientras en alto mantengas tu pensamiento,

mientras una extraña sensación

invada tu espíritu y tu cuerpo.

A Lestrigones, Cíclopes

y fiero Poseidón no encontrarás

si no los llevas en tu alma,

si no es tu alma que ante ti los pone.


Pide que tu camino sea largo.

Que muchas mañanas de verano hayan en tu ruta

cuando con placer, con alegría

arribes a puertos nunca vistos.

Detente en los mercados fenicios

para comprar finos objetos:

madreperla y coral, ámbar y ébano,

sensuales perfumes, -tantos como puedas-

y visita numerosas ciudades egipcias

para aprender de sus sabios.

Lleva a Itaca siempre en tu pensamiento,

llegar a ella es tu destino.

No apresures el viaje,

mejor que dure muchos años

y viejo seas cuando a ella llegues,

rico con lo que has ganado en el camino

sin esperar que Itaca te recompense.


A Itaca debes el maravilloso viaje.

Sin ella no habrías emprendido el camino

y ahora nada tiene para ofrecerte.

Si pobre la encuentras, Itaca no te engañó.

Hoy que eres sabio, y en experiencias rico,

comprendes qué significan las Itacas.

Konstantínos Kaváfis


Kaváfis hace en Ítaca alusión a un viaje en su sentido místico y alegórico. El viaje hacia Ítaca no supone movimiento físico alguno sino que es un recorrido vital expresado a nivel metafórico. Así pues, “Cuando partas hacia Ítaca” simboliza el principio de un recorrido que yo interpreto como el primer momento en que se ejecuta una elección en la vida, una elección que conllevará un camino lleno de matices.


El viaje que Kaváfis pone de manifiesto es rico y positivo y su finalidad es vivir, aprender y nutrirse de experiencias y conocimiento dejando de lado la importancia que tendrá el destino del viaje. Kaváfis opta en la primera estrofa por abandonar los miedos que invaden al hombre en el momento de empezar un nuevo camino, ese temor es el que representan los Lestrigones, los Cíclopes y el furioso Poseidón, tres figuras mitológicas que atentan contra el hombre que asustado a veces opta por no empezar su viaje. “A Lestrigones, Cíclopes/ y fiero Poseidón no encontraras/ si no los llevas en tu alma” es el verso que mejor expresa esa propuesta del yo poético: aleja de tu mente los temores que solo supondrán obstáculos y sigue con tu camino.


La segunda estrofa del poema habla de cómo ha de ser propiamente el viaje. El autor del poema concibe el viaje como lo más importante, lo que es vital y más enriquecedor incluso que la llegada al destino hacia donde se va. De este modo, Kaváfis propone disfrutar de todo el camino recorrido des del punto de partida hasta llegar al objetivo. Para él, ese recorrido es el motivo mismo del viaje que acabará una vez se haya llegado al punto al que se estaba destinado, un lugar en el que no hay nada y en el que solo queda lo que has conseguido a lo largo del viaje. “No apresures el viaje, /mejor que dure muchos años /y viejo seas cuando a ella llegues, /rico con lo que has ganado en el camino /sin esperar que Ítaca te recompense”.


Yo, personalmente me quedo con la última estrofa que cierra el ciclo y recoge la esencia de la pieza poética: “A Ítaca debes el maravilloso viaje. /Sin ella no habrías emprendido el camino/ y ahora nada tiene para ofrecerte”. Estos tres primeros versos evocan el sentido del viaje destacando la virtud de Ítaca como lugar al que agradecer todo lo ganado hasta la llegada y sin embargo poniendo en evidencia la pobreza de Ítaca símbolo de un destino vacío pero al que agradecer todo lo ganado.





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